domingo, 26 de diciembre de 2010

OTRO OCHO, AHORA ENTRE GUILLENA Y EL RONQUILLO - 26.12.2010



Bueno, esto de acrecentar las rutas en el número de km que inicialmente se iban a hacer, se está convirtiendo en una costumbre. Esto es, no eran las diez de la mañana cuando Pepe y yo llegábamos a la casa de Miguel y ¡sorpresa! estaba ya preparado. Como siga así de formalito no me voy a poder meter con él en adelante, qué lástima. Por lo que metimos las bicis en su formidable auto y pa la Cantina. Sí, sí, la cantina, no sé que pasa pero basta que alguien diga ¡oye, y si comenzamos desde la ruta del agua, total veinte km de nada y es preciosísima! Frenazo en seco en el mismo cruce y a aparcar a la entrada de dicha ruta, la cual nuestro estupendo ciclista del norte, osease: el Patxi, la conoció a principios de este verano de manos de este que les narra siempre. Pos bueno, bicis al camino y a pedalear que el día mejor no podía estar, sol pleno, aire muy fresco y el campo a reventar de belleza. Claro que estas ocurrencias pasan factura y lo que iba a ser una ruta, la del Portugués, de cuarenta y cinco km, al ser transformada en otra de sesenta y cinco, pues alguien antes de llegar a la Cantina siquiera, se había arrepentido de haber pegado el frenazo y echarnos cuenta. Para colmo de males, el portador del gps no traía pilas en condiciones y al rato de comenzar nos quedamos sin datos para luego comentar y elaborar los estupendos gráficos y mapas que os regalamos desde este maravilloso blog. Cervecita en la cantina, la primera del día y dirección a la Central, donde nos acordamos de nuestro compañero Maxi, desaparecido últimamente, ya que aunque tenga las llaves de la cancela que él sabe, no nos sirve de nada porque nunca viene con nosotros. Un abrazo desde aquí a nuestro formidable y gimnástico Maxi. A estas horas comenzaban ya a pesarnos algunas de las interminables cuestas del recorrido y tras atravesar la autovía por debajo y meternos en el carril paralelo al pantano de la Minilla, las piernas pudieron reposar con algunos minutos de llaneo. Casi nada, pues al final nos estaba esperando con cara de malos amigos, la puñetera cuestecita que había de subirnos al pueblo donde los conejos, es decir, al Ronquillo. Sufrimiento ciclil a tope dejándonos en la susodicha cuesta parte del alma, pero llegada triunfal al pueblo, donde se compraron pilas para el gps y como zombis nos metimos en el garito típico a ponernos ciegos de conejo. Todo acaba siempre y sobre todo las cosas buenas, así que nos quedaba el volver por los lagos del Serrano a la Cantina, subir la zeta de la Cruz de la Mujer y pitando hacia abajo en busca del coche que ya casi no se veía. ¡Hasta con las bicis se nos hace de noche este año!, pero ya sabéis, prefiero acabar tarde, de noche y bien, que temprano, que el día es muy corto y hay que aprovechar hasta el último minuto.
Bien, hasta aquí el relato de la ruta. Os dejo una composición de la misma en el mapa, las fotos las pondré cuando Pepe me envíe por correo las pocas que hicimos con el móvil, pues hasta las cámaras se nos olvidaron ¡qué le vamos a hacer! tenemos mala cabeza pero un corazón y unas piernas formidables que suplen la falta de lo otro.
Feliz entrada de año a todos y todas nuestros-as queridos-as Falsos Llanos y ojalá el nuevo año nos traiga rutas, como mínimo iguales o mejores que la del presente.
Un fuerte abrazo.
Salud y Falsos Llanos.

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