sábado, 19 de marzo de 2011

CRESTEANDO POR LA SIERRA DEL PINAR - 19.03.2011



Bueno, bueno, la excursión de hoy más completa no ha podido ser. Insuperable no me atrevo a decir, pues a estas alturas han sido tantas las calificadas como tal, que siempre habrá alguna que la supere, como por ejemplo las dos que nos quedan este curso.
Y sin más, eran las 8:30 horas cuando salíamos dirección a nuestra queridísima Grazalema. Hoy tocaba hacer cumbre en el techo de esta sierra, techo a su vez de toda la provincia de Cádiz, es decir, el Torreón (1654 m) y desde allí, por toda la cordada del pequeño circo que forma la sierra del Pinar, hasta el San Cristóbal (1537 m) y enlazar con el camino que sube al magnífico pinsapar, joya del parque, hasta el aparcamiento.
La subida al Torreón nos deparó numerosas y divertidas anécdotas y aún antes de comenzar la subida, como el tercer intento de nuestro Patxi de perder su querido y flamante gps, pero no tuvo suerte tampoco esta vez y una vez recuperado el mismo, po parriba a adelantar tiempo, tiempo que empleó el que les escribe para perder sus valiosísimas gafas de sol (4 euros en el lidel), gafas que no fueron recuperadas de ninguna manera.



Diez falsos llanos subíamos y subíamos por el magnífico sendero del Torreón, charlando, cogiendo aire como podíamos, mirando algunos pa ver cuando se terminaba y otros pa ver si aún podíamos seguir disfrutando de tan estupenda subida. Poco después de media cuesta llegó el momento de sacar las primeras viandas, que ya no causan tanto asombro a nuestros compañeros Antonio y Mª José a fuerza de tanto vernos una y otra vez. El Maxi como siempre puso el turbo y no había quien le viera ni el pelo. Nuestro compañero Paco, que se estrenaba hoy como falso llano, siempre en cabeza como los más veteranos. El jovencísimo Pepe, ya experimentado por sus muchas salidas con el grupo y actor protagonista la vez pasada en el simulacro de rescate del helicóptero del GRAE, manteniendo el tipo a pesar de sus maratonianas sesiones de concierto. Nuestra ágil Antonia, consolidada ya este curso como auténtica falsa llana, sin decir esta boca es mía, subía y subía y dejaba atrás y atrás a nuestro querido Vicente, responsable del permiso obtenido para la presente ruta. Ruta que por ser tan especial, necesita también un permiso especial conseguido tras no pocos esfuerzos, llamadas telefónicas y demás gestiones realizadas por Vicente. Y bueno, creo que ya no me queda a nadie más a quien nombrar, salvo a quién iba ser, nada más y nada menos que ar Migué, nuestro queridísimo, divertidísimo y cada vez menos protestón compañero de fatigas senderiles, que este curso no se pierde ni una de las interesantísimas rutas que estamos haciendo. Como es normal, fueron los primeros en encumbrar el Maxi, el Migué, El Patxi, el Pepe y poquito a poco el resto de la comitiva. Una horita haciendo fotos y más fotos, disfrutando del magnífico día, en cuanto a sol, ausencia de aire y temperatura exquisita y unas vistas hasta el infinito, con la costa gaditana a nuestros pies y el Atlas marroquí saliendo entre la bruma del mar. Pues bien, después del empacho de paisaje, comenzaba lo bueno, es decir, el cresteo infinito por la cordada, con un paisaje de vértigo a ambos lados de la cornisa, bajando y subiendo entre enormes moles de roca caliza, sorbiendo como posesos el aire y las vistas para guardarlas en lo más íntimo de nuestras neuronas, que como al que les escribe le van quedando ya pocas, pues más intensa eran las miradas por doquier para que no se me perdiera y olvidara ni una sola de las experiencias que estábamos viviendo. Llegó el momento de la comida de verdad, es decir, cuando comienzan a aflorar de las mochilas los bocatas, arroces, chacinas, vinos, licores, frutos secos, chocolates….en un paraíso encontrado por el portador del gps y que llegado el momento me resistía a que acabara tan plácida y feliz convivencia en un idílico lugar como en el que dimos cuenta de nuestros manjares. Pero la vida sigue y el camino también, así que parriba y a seguir cresteando entre un interminable roquedal teniendo a nuestra amada Andalucía ante nosotros. Hubo incluso una breve paradita para coger energía positiva de los centenarios pinsapos de la cumbre, a base de abrazarlos cual entes prodigiosos y sabios y que tan generosamente facilitan nuestra existencia. Vale y también, además, nos quedaba al Patxi y a mí, una subidita de adrenalina subiendo por una chimenea, justo antes de encumbrar el San Cristóbal. Bueno, además de subírsele la adrenalina, a mi compañero se le subieron al cogote lo que ya estáis imaginando, pues hubo un momento en que una piernecita suya no encontró el apoyo que iba buscando. El Maxi y el Migué, por agonías y querer llegar siempre los primeros, se perdieron esta magnífica experiencia, sabiendo como sabemos todos que a ambos estas escaladitas le apasionan tanto o más que a nosotros.



Pues bien, ya nos quedaba tan solo bajar del San Cristóbal, enlazar con el camino del pinsapar y ya completamente de noche, llegar al aparcamiento donde habíamos dejado un coche.
Día aprovechado al límite como nos gusta a los falsos llanos, feliz llegada a nuestro pueblo y más feliz aún recuperación de sales minerales perdidas en la tasquita de turno a base de malta fermentada como es costumbre.
Dar las gracias a los diez falsos llanos que han venido hoy por su grata y entrañable compañía, al resto de los que no han podido venir y a todos los que siguen nuestro fantástico blog.

A todos y todas: SALUD Y FALSOS LLANOS.


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