sábado, 22 de junio de 2013

CORDILLERA DE LOS AGRIOS - CAZORLA - 22.06.2013




Pues si, parece que este año el curso senderil se está alargando y alargando, la dicha completa vamos. ¡A finales de Junio y aún andando por estas sierras de Andalucía! Y sin más, pues este año para cerrar el curso nos hemos ido de fin de semana a Cazorla y no eran las 8:30 horas, cuando mochilas a las espaldas, salíamos desde el puerto de Tíscar, con la intención de merendarnos la cordillera de los Agrios, como le vienen en llamar a esta hermosísima y muy montañera cordada o crestería, como a nosotros nos gusta. Una primera subida de unos setecientos metros de desnivel, toduntirón, para hacer piernas, o mejor para moler las piernas del Patxi, del Migué, del Maxi y del que les escribe. En cuestión de hora y media, el primer piquito de la cordada estaba hecho, el Rayal (1834 m), hasta ahora simplemente superar un desnivel atroz, a partir de ahora intentar superar una cuerda de roca caliza, con un cortado impresionante a nuestra izquierda y una rampa vertiginosa a nuestra derecha, según los entendidos, la ruta más montañera de estas sierras y diría yo que de otras también. Así que nada, nada, a comenzar a marinear entre las rocas, saltar entre las piedras, agarrar, casi trepar, a seguir palante y otra mole y otra, y una grietita muy mona y una rampita la mar de simpática, y que Patxi anda, filma una trepadita de éstas tan divertidas, y que ahora el Migué pero corriendo y que el Maxi sigue to parriba y echa a andar por un filo de navaja y sus correspondientes patios como si ná, que ya voy yo, que me parece que no me pongo de pie como el cabra loca éste, que me voy a agarrar, que por el filo no, que por la pared menos inclinada no hay agarre, que me estoy resbalando, que me pego a la roca como una lapa y que me voy, me voy y un milagrito más y no sé cómo me veo saliendo de la puñetera roquita, pero que se me ha olvidado respirar de puro susto y que me quito la mochila y pasados cinco minutos no termino de recuperar el aliento…. Parece mentira que a mi edad, aún me deje llevar por las emociones y no me pare un segundo, analice la situación y decida volver a bajar, dar un rodeíto y palante que aún queda mucha faena. Po bueno, po ya aprenderé, más calmado y más agotado de lo normal, a seguir cresteando y llegar al segundo piquito del día, el Peñón del Guante (1933 m) y sacar un pedazo de cerveza fría, un tortillón de patatas en condiciones y comerme yo solito casi un cuarto de la misma y comenzar a recuperar el aliento y las fuerzas de nuevo.


Son las doce del mediodía y nos hemos merendao ya dos tercios de nuestro pedazo de crestería. Nos hemos pegado un sustillo dos de nosotros, porque el Migué también se quedó algo pillao en la anécdota anterior, hemos filmado el paso por una cuerda muy aérea en la que hasta el Patxi ha disfrutao de lo lindo, nos hemos fotografiado en sitios de vértigo, nos toca comenzar a bajar de nuevo entre moles de rocas y pasillos increíbles hasta dar con un puertecito tipo pirenaico y comenzar a trabajar en nuestro último tercio de cordada, a modo de dorsal dragoniana. Roca caliza pelada, restos de fósiles por doquier en forma de concha de almejas, y como la felicidad dura poco, pues a eso de las dos y pico de la tarde, nuestro tercer y último piquito del día, el Aguilón del Loco (1954 m) o pico Villalta, fue también colonizado por las botas respetuosas de este grupeto extremo de Falsos Llanos. Y como era tan tempranito y la faena se había acabado, me refiero a la faena emocionante, la del vértigo y la cosquillita en el estómago, pues decidimos comenzar la bajada de la cordal e internarnos en el pinar que por la base de nuestra crestería nos llevaría de nuevo al coche, pero hoy, ya que las emociones y el desgaste de adrenalina habían sido enormes, pues después de comer prácticamente en la base noroeste del Aguilón, a la sombra de un hermoso pino y una fuente de agua helada, pues que nos vamos a echar una siestecita, que nos tumbamos, que nos acomodamos con las sudaderas como almohadas, que poner algún despertador que somos capaces de despertarnos mañana. Así que después de media horita de placentera siesta, mochilas de nuevo a las espaldas y comenzar a bajar y subir por un camino o pista forestal, que después de un par de horas y mucha, mucha caló, pues nos devolvió al coche que primero nos llevó a la cueva del agua, en Tíscar y luego a la casa donde ducha y cena larga, larga, larga.



Bien, sin más y hasta la próxima:


SALUD Y FALSOS LLANOS.

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