jueves, 2 de enero de 2014

SIERRA GIBALTO - ARCO CALIZO CENTRAL - 02.01.2014



Había que comenzar el nuevo año con una buena rutita, así que no eran las 10:00 horas del día 2 de Enero de 2014, cuando mochilas a la espalda, el Antonio y de nuevo el que narra, salíamos en pleno Arco Calizo Central (provincia de Málaga), en pos de todos los picos, valles y cuevas de una pequeña sierra llamada Gibalto. La noche anterior no dábamos nada porque el tiempo nos fuera a respetar, así que con más indecisión que otra cosa, comenzamos una fuerte subida, al principio por un carril y luego por caminillos de cabras y ovejas, gracias a las cuales tenemos franqueado el paso a numerosas zonas, hasta dar con una valla y un curioso cartel que nos advertía de la existencia de un coto de setas y consiguiente prohibido el paso, de las setas ni rastro, pero digo yo que el cartel lo habrán puesto por algo…. Bueno, ya sabéis que a los Falsos Llanos las vallas hasta nos gustan, pero hoy por desgracia no hacía falta saltar, así que continuamos por nuestro camino, resoplando aire fresco, mirando pal cielo pa que nos respetara, soportando con resignación una fina llovizna, que si nos vamos a pasar de largo sin subir a esa roquita, que bueno Antonio todo sea por tu colección de piquitos, un cortado de esos que te quitan la respiración del susto, continuar ya que estábamos allí por el borde del acantilado, que vamos a dejarlo ya y nos aseguramos al menos la subida del Gibalto (1486 m) no vaya a animarse el agua y tengamos que volver, que las rocas hoy resbalan más de la cuenta y se camina entre ellas con mucha inseguridad, que una vez localizado de nuevo el itinerario comenzamos a tratar de localizar una subida a la cresta rocosa del vértice, que nos quedamos corto con el gps y como somos tan sobraos, pues que seguro que hay subidita por ahí mismo, que cuidado con los resbalones, que parece que por ahí se puede escalar, que el Antonio sube y pasa, que voy tras él por donde mismo le había indicado, pero que me acojono cuando me encaramo en una roca demasiado grande para abarcarla bien y con el miedo a resbalar por culpa del puñetero liquen húmedo, que comienzo a tener sensaciones de enriscamiento, que por fin me recuerda el Antonio una ranurita a mitad de la roca para una vez metida la bota un pequeño impulso y al poco en plena crestería con aire y aguanieve y el Gibalto a nuestros pies.

Vale, conseguido el primer piquito, primera fruta del día pa bajar el exceso de adrenalina, de nuevo llovizna fina y a bajar como gran parte de la jornada por rocas, roquitas y rocotas, pero hoy en esta zona, muy resbaladizas y que nos quitaron el disfrute natural que sentimos en estas montañas calizas. Una vez en un pequeño puerto, coger una senda de cabras y por la falda, ahora del Forcales, con pendiente extrema, sin darnos cuenta, pisar su pico más alto (Forcales, 1375 m). Aire frío y desagradable, buenas vistas pero como las de un día muy nublado y lloviznando y que al mirar al Gibalto, vimos que éste se había cubierto por entero de nubes y se nos perdió de vista, cosa que nos pasaría cuando bajamos también del Forcales y miramos a su cumbre. De bajada localizamos una zona con numerosos restos partidos de estalactitas y estalagmitas de enormes tamaños y que dedujimos serían los restos de alguna cavidad remota, que al ser elevada junto con los estratos casi verticales de la montaña, se partirían y surgirían a la superficie como consecuencia del plegamiento.

Po vale, y además, como el tiempo ni mejoraba pero tampoco empeoraba, tan solo un par de lloviznas breves, po que vamos de nuevo parriba por ese vallecito idílico pa encumbrar una roquita la mar de mona que habíamos localizado un poco antes, total era lo único que teníamos que hacer en todo el día, así que to parriba, con numerosas fotos incluidas, hasta llegar a un puertecito de montaña muy despejado, con una alfombra de tupida hierba verde y con un regalo para la vista en forma de Quejigo de alta montaña (Quercus Ilex Fagínea), solito él, pero majestuoso y señorial, cual guardián de la montaña, al que le presentamos nuestros respetos y nos permitió llevarnos su pose magnífica en las memorias electrónicas de nuestras cámaras.

Había que buscar un paso al piquito en cuestión y después de saltar una vallita, ahora sí, llegar a su cumbre y comenzar a devorar nuestras viandas, quedarnos pajaritos de puro frío y rápido, con las nubes envolviéndonos, rodear la roca, llegar al otro extremo del vallecito, fotografiar y deleitarnos con un caos de rocas en un rincón tapizado de musgo, comenzar la bajada, llegar a una confluencia de barrancos, subir por supuesto a un abrigo de rocas visualizado en la bajada, bicheo por las ruinas de varios cortijillos y terminar el rodeo de la sierra hasta llegar de nuevo, embarradísimos al cruzar un olivar, al coche que el Antonio es capaz de hacer volar bajito para llevarnos seguros a nuestro lugar de residencia.

Sin más y como siempre:

SALUD Y FALSOS LLANOS.



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